miércoles, 13 de abril de 2011

El aprender a compartir durante el juego es un proceso:
El aprender a compartir se toma varios años para dominarse, y consiste de tres etapas de desarrollo:

Primera Etapa: Los niños piensan todo es "mío".
Segunda Etapa: Los niños descubren que algunas cosas pertenecen a otras personas.
Tercera Etapa: Los niños saben que pueden prestar un juguete, y que éste se les devolverá. Es más probable que los niños compartan, cuando ellos ven que su juguete se les devuelve, y cuando los demás niños comparten con ellos.
Los niños y los adultos necesitan saber que sus propias pertenencias se respetarán. Los juguetes especiales y los artículos de consuelo no necesitan compartirse. Cuando los niños están cansados o malhumorados, es posible que sufran una regresión a la primera etapa, en lo que respecta a compartir.
Además, el compartir se refiere a jugar o trabajar juntos en un esfuerzo cooperativo. El colaborar con los demás en proyectos, compartir una comida, resolver un problema o jugar un juego colectivo (de grupo) son otras maneras de modelar este comportamiento.

Actividades Preescolares

En esta etapa de desarrollo, a los niños les gusta hacer sus propias elecciones. Ellos experimentan con nuevos materiales y descubren maneras creativas de usar los juguetes o los recipientes reciclados.
Según Janice Beaty, en su libro titulado en inglés Pre-school Appropriate Practices (Prácticas Preescolares Apropiadas) (1992), los niños en edad preescolar aprenden la manipulación, el dominio y el significado de los objetos. La manipulación es el proceso que los niños utilizan, a medida que éstos intentan descubrir cómo funcionan los distintos objetos, y lo que pueden hacer con éstos. Entonces, con algún control sobre estos objetos, ellos progresan a su dominio y a repetir acciones una y otra vez, como una manera de practicar lo que ellos han aprendido. Los niños asignan un significado a sus experiencias de juego, cuando ellos pueden utilizar los materiales de maneras nuevas y creativas. 


 Los niños se benefician de jugar en las siguientes áreas:

 
El juego de aparentar con artículos del hogar, ropa de adultos y otros materiales les permiten a los niños experimentar con el desempeño de distintos papeles con su propia vida familiar o con otras personas con las que se encuentren. Con los artículos adecuados, los niños pueden convertirse en bomberos, empleados de tiendas de abarrotes, conductores de camiones, trabajadores de la oficina de correos, empleados de establecimientos de comida rápida o cualesquier otros papeles que ellos quieran explorar. La creatividad fluye, a medida que los niños expresan sus sentimientos, su imaginación y sus ideas.
 Los materiales de arte incluyen una variedad de papel, creyones de colores, suministros de pintura, plumas, tijeras, marcadores, materiales para hacer montajes armoniosos (de fotografías) (collages), cinta adhesiva, una perforadora, pegamento, brillo y cualesquier otros artículos que les permitan a los niños explorar, utilizar sus cinco sentidos y disfrutar de la libertad de la creatividad.

 • El juego sensorial puede incluir recipientes con agua, arena, tierra, alpiste, arroz, harina de maíz, cáscaras molidas de nuez o cualquier otra textura que aliente la experimentación con el volumen, las medidas y otras habilidades de matemáticas. Al utilizar tazas de medidas, baldes, molinos de agua, cernidores, cucharas y recipientes reciclados, los niños pueden vaciar el contenido de un recipiente a otro. Estas actividades estimulan el sentido del tacto de un(a) niño(a), y son tranquilizantes para los niños que necesitan relajarse o pasar tiempo a solas.

 • Los rompecabezas y los artículos de manipulación  como los bloques pequeños, las cuentas, los objetos cilíndricos de madra o plástico y las tablas con orificios para insertarlos para usarse sobre mesa o sobre el piso alientan a los niños a desarrollar su creatividad, las habilidades de matemáticas, los músculos pequeños y la coordinación de las manos y los ojos. Tenga cuidado de que no haya piezas pequeñas alrededor de los niños más pequeños. 


  La música y el movimiento pueden alentarse con música grabada, instrumentos musicales (hechos o comprados), canciones, juegos con los dedos y otros artículos como pañuelos, listones o serpentinas. Estas actividades ofrecen un cambio de ritmo, una oportunidad para expresar sentimientos, liberar la tensión y dar diversión con el vocabulario y las palabras sin sentido.

El cocinar les da una oportunidad a los niños de experimentar con las ciencias, las habilidades de matemáticas y las medidas. Además, les alienta a seguir direcciones, incrementar el vocabulario y probar nuevos alimentos. El cocinar les da a los niños la oportunidad de observar cambios a causa del calor, del frío o al agregar líquidos. Las recetas de una sola porción les permiten a los niños hacer sus propios bocadillos, mientras que desarrollan sus habilidades de lectura
.

 
 • Los libros y el relato de cuentos les ofrecen un mundo distinto a los niños. Las visitas a la biblioteca durante la hora del relato de cuentos les da a los niños una oportunidad de experimentar la magia de una actuación de un(a) relatador(a) de cuentos, encontrar libros sobre sus temas favoritos y descubrir nuevas cosas que a ellos les gustaría explorar.


El juego es un ejercicio que realiza el niño para desarrollar diferentes capacidades:
  • Físicas: para jugar los niños se mueven, ejercitándose casi sin darse cuenta, con lo cual desarrollan su coordinación psicomotriz y la motricidad gruesa y fina; además de ser saludable para todo su cuerpo, músculos, huesos, pulmones, corazón, etc., por el ejercicio que realizan, además de permitirles dormir bien durante la noche.
  • Desarrollo sensorial y mental: mediante la discriminación de formas, tamaños, colores, texturas, etc.
  • Afectivas: al experimentar emociones como sorpresa, expectación o alegría; y también como solución de conflictos emocionales al satisfacer sus necesidades y deseos que en la vida real no podrán darse ayudándolos a enfrentar situaciones cotidianas.
  • Creatividad e imaginación: el juego las despierta y las desarrolla.
  • Forma hábitos de cooperación, para poder jugar se necesita de un compañero.
  • El juego hace que los bebés y niños pequeños aprendan a conocer su cuerpo, los límites de él y su entorno.
El juego estimula las capacidades del pensamiento y la creatividad:

Desde el punto de vista del desarrollo intelectual, jugando los niños aprenden, porque obtienen nuevas experiencias, porque es una oportunidad para cometer aciertos y errores, para aplicar sus conocimientos y para solucionar problemas. El juego crea y desarrolla estructuras de pensamiento, origina y favorece la creatividad infantil; es un instrumento de investigación cognoscitiva del entorno.
 Los niños que han disfrutado de estas experiencias de juego han tenido incrementos en la inteligencia, en concreto, mejoras en el coeficiente intelectual, la capacidad de toma de perspectiva, las aptitudes de madurez para el aprendizaje, la creatividad (verbal, gráfica, motriz...), el lenguaje (aptitudes lingüísticas, diálogo creativo, capacidad de contar historias...) y las matemáticas (soltura en matemáticas, aptitud numérica...).

El juego favorece la comunicación y la socialización:
 
Desde el punto de vista de la sociabilidad, mediante el juego entra en contacto con sus iguales, lo que le ayuda a ir conociendo a las personas que le rodean, a aprender normas de comportamiento y a descubrirse a sí mismo en el marco de estos intercambios. Las relaciones que existen entre el juego y la socialización infantil se podrían resumir en una frase: "el juego llama a la relación y sólo puede llegar a ser juego por la relación".
Esta premisa contiene dos ideas:
 La primera, "el juego llama a la relación", subraya que es un importante instrumento de socialización, porque estimula que los niños y niñas busquen a otras personas, interactúen con ellas para llevar a cabo diversas actividades y se socialicen en este proceso. Los juegos de representación, que los niños realizan desde una temprana edad y en los que representan el mundo social que les rodea, descubren la vida social de los adultos y las reglas que rigen estas relaciones. Jugando se comunican e interactúan con sus iguales, ampliando su capacidad de comunicación; desarrollan de forma espontánea la capacidad de cooperación (dar y recibir ayuda para contribuir a un fin común); evolucionan moralmente, ya que aprenden normas de comportamiento; y se conocen a sí mismos, formando su "yo social" a través de las imágenes que reciben de sí mismos por parte de sus compañeros de juego.
Por lo tanto, el juego es un importante instrumento de socialización y comunicación, es uno de los caminos por los cuales los niños y niñas se incorporan orgánicamente a la sociedad a la que pertenecen. Sin embargo, el juego no es sólo un instrumento de socialización con los iguales, ya que es una actividad de inestimable valor en las relaciones entre padres e hijos, un importante instrumento de comunicación e interacción entre los adultos y los niños. Y aquí nos topamos con la segunda parte de la premisa inicial, "el juego sólo puede llegar a ser juego por la relación", que subraya la naturaleza
social del juego. En este sentido, algunos investigadores del juego han destacado que los niños desarrollan su capacidad lúdica en gran medida gracias a los tempranos juegos que los padres realizan con ellos desde los primeros meses de la vida, juegos en los que la madre juega a ocultarse y aparecer, juegos como los cinco lobitos, juegos en los que una cuchara con puré se convierte en un avión que vuela y se dirige a la boca del niño... Así, muchos estudiosos del tema consideran que el origen del  juego infantil está en el contacto lúdico del niño con sus padres. De este modo, se resalta la gran importancia que tienen para el desarrollo infantil los juegos entre padres e hijos desde los primeros meses de la vida.

El juego es un instrumento de expresión y control emocional:

Desde el punto de vista del desarrollo afectivo-emocional, el juego es una actividad que le procura placer, entretenimiento y alegría de vivir, que le permite expresarse libremente, encauzar sus energías positivamente y descargar sus tensiones. Es refugio frente a las dificultades que el niño se encuentra en la vida, le ayuda a reelaborar su experiencia acomodándola a sus necesidades, constituyendo así un importante factor de equilibrio psíquico y de dominio de sí mismo.
Diversos estudios que han analizado las conexiones entre juego y desarrollo afectivo-emocional concluyen que el juego es un instrumento de expresión y control emocional que promueve el desarrollo de la personalidad, el equilibrio afectivo y la salud mental.
El juego aumenta los sentimientos de autoaceptación, el autoconcepto-autoestima, la empatía, la emocionalidad positiva...

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